Hoy es feriado nacional aquí pues se recuerda el aniversario del nacimiento de Martin Luther King Jr. Y -en su columna del New York Times- Paul Krugman se pregunta si el sueño del que King habló en un discurso ya célebre se ha cumplido o no.
¿Cómo está el sueño?
Por PAUL KRUGMAN
"Yo tengo un sueño", declaró Martin Luther King, en un discurso que no ha perdido nada de su poder de inspiración. Y parte de ese sueño se hizo realidad. Cuando King habló -en el verano de 1963- Estados Unidos era una nación que negaba los derechos básicos a millones de sus ciudadanos simplemente porque su piel era del color equivocado. El racismo en la actualidad ya no figura en la ley. Y si bien de ninguna manera ha sido desterrado de los corazones de los hombres, su control es mucho más débil de lo que una vez fue.
Por PAUL KRUGMAN
"Yo tengo un sueño", declaró Martin Luther King, en un discurso que no ha perdido nada de su poder de inspiración. Y parte de ese sueño se hizo realidad. Cuando King habló -en el verano de 1963- Estados Unidos era una nación que negaba los derechos básicos a millones de sus ciudadanos simplemente porque su piel era del color equivocado. El racismo en la actualidad ya no figura en la ley. Y si bien de ninguna manera ha sido desterrado de los corazones de los hombres, su control es mucho más débil de lo que una vez fue.
Digamos lo obvio: si vemos una foto del presidente Obama con su gabinete apreciamos un grado de apertura racial - y de apertura a las mujeres, también - que habría parecido casi inconcebible en 1963. Al conmemorar el cumpleaños de Martin Luther King tenemos algo muy real para celebrar: el movimiento de derechos civiles fue uno de los mejores momentos de los Estados Unidos y nos mostró como una nación fiel a sus ideales.
Sin embargo, si King pudiera ver hoy a los Estados Unidos creo que se sentiría decepcionado y pensaría que su trabajo está lejos de realizarse. Soñaba con una nación en la que sus hijos "no serían juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter." – Pero nos convertimos en una nación que juzga a sus hijos por el importe del cheque que reciben a fin de mes. . Y en Estados Unidos, más que en la mayoría de los países ricos, el importe de su cheque de pago está fuertemente correlacionado con el importe del cheque de su padre.
Adiós Jim Crow. Hola, sociedad clasista.
La desigualdad económica no es inherentemente una cuestión racial y su crecimiento sería preocupante aunque no fuera así. Sin embargo, es lo que hay y el desfasaje de nuestros ingresos está muy relacionado con lo racial. Y King - que hacía campaña por salarios más altos cuando fue asesinado - sin duda habría considerado la creciente desigualdad como un mal a combatir.
En la década de 1960 se creía que eliminando la discriminación mejoraría tanto la situación económica como el estatus legal de los grupos minoritarios. Y al principio pareció así. En el transcurso de los años 1960 y 1970 un número considerable de familias negras se integró a la clase media, e incluso a la clase media alta: el porcentaje de hogares negros ubicados en la parte superior del 20 por ciento de la distribución de los ingresos casi se duplicó.
Pero alrededor de 1980 la posición económica relativa de los negros en Estados Unidos dejó de mejorar. ¿Por qué? Para entonces las disparidades de ingresos comenzaron a ampliarse de manera espectacular, convirtiéndonos en una sociedad más desigual que en cualquier momento desde la década de 1920.
Piensen en la distribución del ingreso como una escalera, con diferentes personas en distintos peldaños. Comenzando alrededor de 1980, los escalones comenzaron a moverse cada vez más lejos, afectando adversamente el progreso económico negro de dos maneras. En primer lugar, los ingresos de los negros que todavía estaban en los escalones más bajos se quedaron atrás mientras que se dispararon los de la parte superior. En segundo lugar, como los peldaños se distanciaron más entre sí, subir la escalera se convirtió en una tarea más difícil.
El New York Times informó recientemente sobre un hallazgo que aún sorprende a muchos estadounidenses: a pesar de que todavía nos vemos como la tierra de las oportunidades, en realidad hay menos movilidad económica intergeneracional que en otros países avanzados. Es decir, las posibilidades de que alguien nacido en una familia de bajos ingresos vaya a terminar con ingresos altos, o viceversa, son significativamente más bajas aquí que en Canadá o Europa.
Y nuestra baja movilidad económica tiene mucho que ver con la desigualdad de nuestros ingresos.
La semana pasada Alan Krueger, presidente del Consejo Presidencial de Asesores Económicos, pronunció un importante discurso sobre la desigualdad del ingreso, con algo que llamó "Curva de Gran Gatsby.": Cuanto más desigual es una sociedad mayor es el grado en que la situación económica de un individuo está determinada por el status de sus padres. Y esta relación sugiere que los Estados Unidos en el año 2035 tendrán menos movilidad aún que ahora, que va a ser un lugar en el que las perspectivas económicas de los niños reflejarán en gran medida a la clase en la que nacieron.
No debemos aceptar esto sumisamente.
Mitt Romney dice que –en todo caso- no hay que hablar demasiado de este tema. Hubo un tiempo cuando la gente decía lo mismo acerca de la desigualdad racial. Afortunadamente, sin embargo, hubieron personas como Martin Luther King, que se negaron a permanecer en silencio. Y debemos seguir su ejemplo en la actualidad. Porque el hecho es que la creciente desigualdad amenaza con convertir a Estados Unidos en un lugar diferente y peor - y tenemos que revertir esa tendencia si queremos preservar tanto nuestros valores como nuestros sueños.
© 2012 by The New York Times Syndicate.
1 comment:
Excelente, gracias Eddie
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