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Saturday, November 03, 2012

El fraude electoral en Estados Unidos (II) ¡No se metan con Texas! (Don't mess with Texas)

Uno de los Estados donde su gobierno republicano trató de introducir exigencias “anti-fraude” para hacer fraude (ver mi post anterior) es Texas, el más extenso y más poblado de los Estados donde ellos gobiernan. Su Legislatura aprobó una ley en ese sentido, el gobernador Rick Perry la firmó y...
Pero resulta que Texas es uno de los Estados comprendidos en la disposición transitoria de la Ley del Derecho al Voto de 1965 que necesitan la aprobación del Departamento de Justicia para modificar sus reglas electorales (ver también el post anterior) y el DOJ rechazó las nuevas leyes texanas. Los republicanos de Texas, furiosos, recurrieron a la Suprema Corte y pidieron que declarara que la ley de 1965 es inconstitucional pero los magistrados supremos, hasta ahora, se han hecho los osos y no han contestado.
El veto, por lo menos para las elecciones del martes, quedó vigente. El Secretario de Estado de Texas, Greg Abbott, se quedó con la sangre en el ojo. Miren lo que hizo.
Preocupadas por las campañas republicanas para suprimir el voto de las minorías, la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, siglas en inglés) y la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color (NAACP, siglas en inglés), que son las más antiguas, venerables y respetadas instituciones de protección de los derechos humanos en los Estados Unidos, acudieron a la Organización para la Seguridad y Cooperación Europeas –de la que Estados Unidos es país miembro- para pedirle que enviara monitores a observar las elecciones del martes.
Y aquí intervino Abbott para hacer –como buen republicano de Texas- un papelón de aquellos.
Lo cuenta muy bien un editorial que publicó el Washington Post hace unos días. Transcribo algunas partes:

Cuando se trata de democracia y transparencia electoral, Greg Abbott, el procurador general de Texas, está aparentemente tomando el ejemplo de autócratas post-soviéticos como el ruso Vladimir Putin y el dictador de Kazajstán, Nursultan Nazarbayev.
Al igual que el Sr. Putin, cuyo zar electoral ha llamado “espías” a los observadores internacionales de las elecciones en Rusia y el Sr. Nazarbayev, quien amenazó con prohibir por completo los monitores, el Sr. Abbott, un republicano, está muy enojado porque algunos de ellos estarán en el estado de la Estrella Solitaria el día de las elecciones. Ha amenazado con arrestarlos y procesarlos penalmente en caso de que violen una ley estatal que prohíbe a activistas de los partidos políticos acercarse a menos de treinta metros de los lugares de votación.
La extraña advertencia de Abott está dirigida contra la Organización para la Seguridad y la Cooperación Europeas (OSCE), que ha monitoreado decenas de elecciones en todo el mundo, incluyendo seis en este país desde 2002. Los Estados Unidos, que ayudaron a crear la OSCE, han apoyado durante décadas a esa organización con el fin de promover la libertad y la democracia en el mundo.
Un posible efecto de la grandilocuencia de Abbott -secundada por el gobernador de Texas, Rick Perry (R)- será obsequiarles un motivo de propaganda a los dictadores y autócratas de todo el mundo. Ahora se puede citar su ejemplo como evidencia de que los Estados Unidos están tan cerrados como ellos al escrutinio de sus métodos electorales. ¡No te metas con Texas - o con Bielorrusia!
La verdadera audiencia de Abott la constituyen los paranoicos del Partido Republicano que han comprado la teoría de que los observadores de la OSCE están decididos a subvertir las leyes para la identificación de votantes. La supuesta prueba es que los funcionarios de la OSCE se han reunido con grupos de Estados Unidos, incluyendo la NAACP y Project Vote, que se oponen a esas leyes. A pesar de la escasa evidencia de irregularidades generalizadas al respecto, republicanos como Abbott quieren reforzar esas leyes para suprimir el voto demócrata.
La OSCE se ha reunido, con todo derecho, con una amplia variedad de grupos de defensa de los derechos civiles de los Estados Unidos, ya que habitualmente lo hace con similares de otros países en la preparación para la observación de elecciones. La organización no ha expresado opinión alguna sobre las leyes estadounidenses de identificación de votantes, a pesar de que Abott le ha faltado al respeto cuando le dijo por carta que "su opinión es jurídicamente irrelevante aquí en los Estados Unidos".
De hecho, el realmente irrelevante aquí es Abbott, a pesar de la xenofobia que late en su pecho. Como él mismo reconoció, Texas no tiene medios para controlar los cinco o diez observadores de la OSCE que harán visitas sin previo aviso a cualquiera de los miles de centros de votación del estado. (También van a monitorear lugares de votación en otros estados, ninguno de los cuales se ha opuesto.)
Más al punto, Abbott no tiene ningún derecho a interferir con los observadores electorales internacionales de un grupo del que los Estados Unidos son uno de los 56 países miembros. Según el Departamento de Estado, los funcionarios electorales internacionales que nos visitarán gozan de inmunidad diplomática. "Les damos el estatus de personas protegidas, que es el que reciben nuestros funcionarios cuando participamos en las delegaciones de la OSCE en otros países”, dijo Victoria Nuland, la vocera de nuestra cancillería.
Eso: no se metan con Texas. Puede meter la pata sin ayuda.

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