Una iniciativa
del presidente Obama entró en acción hace algunos días. A partir del 15 de
agosto los adultos jóvenes que fueron traídos a los Estados Unidos “ilegalmente”
cuando eran niños y que reúnen una serie de criterios, pueden aplicar
para permanecer legalmente en el país durante dos años más. Técnicamente, las
aplicaciones son para pedir "acción diferida" en la consideración de
sus casos de deportación.
Uno de los
lugares donde estos jóvenes adultos pueden ir para obtener una solicitud es la página web del Servicio de Ciudadanía e Inmigración.
El Presidente
anunció este programa el 15 de junio, diciendo que su gobierno "dejará de
deportar y empezará a conceder permisos de trabajo a los jóvenes inmigrantes
ilegales que llegaron a Estados Unidos cuando eran niños y desde entonces no
han tenido problemas con la ley."
El cambio en la
política de inmigración se inspira en la propuesta de Desarrollo, Alivio y
Educación para Menores Extranjeros, o DREAM (por iniciales en inglés) Act. Como
proyecto de ley DREAM ha estado peregrinando por el Congreso durante años y fue aprobado por la Cámara en diciembre de 2010 pero murió en el Senado. El
proyecto es muy popular en muchas áreas del país -incluso en Arizona
donde, de acuerdo con una reciente encuesta, lo apoya el 73 por ciento de la población.
El Presidente no
puede cambiar la ley sin la aprobación previa del Congreso pero si puede –y lo
ha hecho- ordenarle al Servicio de Inmigración y Naturalización que establezca “prioridades”
respecto al tratamiento de los llamados “inmigrantes ilegales”. Eso es básicamente lo que hizo el anuncio del 15 de junio. Ahora,
en alguna parte, entre 800.000 y
1.500.000 personas son elegibles para recibir un aplazamiento de su condición
de “deportables”.
El 15 de este mes de agosto, primer día habilitado para solicitar los beneficios de este programa, las oficinas del Servicio de Inmigración en todo el país no pudieron dar abasto para atender a las decenas de miles de jóvenes que acudieron a iniciar sus trámites.
Y ya que estamos metidos
en la campaña presidencial, es razonable preguntarse cómo - y si - este cambio
de política tendrá un efecto sobre la elección. No va a alterar la elegibilidad:
obviamente, ninguna de las personas que se benefician directamente de este
cambio en la política es ciudadana (por definición), lo que significa que no
pueden votar. También es poco probable que sus padres lo sean (en su gran
mayoría los padres llegaron al país tan indocumentados como sus hijos, por lo
que tampoco pueden votar). Tampoco esta política proporciona formalmente el camino a la ciudadanía, por lo que no se puede presumir que los
beneficiarios se convertirán en votantes en un futuro cercano.
Pero, como se
mencionó, el DREAM Act es bastante popular, especialmente entre los votantes
latinos. Una encuesta reciente demostró que el Presidente goza de gran apoyo
entre los hispanos que sí pueden votar. Los electores hispanos constituyen el
cinco por ciento de la población adulta de casi la mitad de los estados y más
del diez por ciento en once estados. En noviembre su voto influirá mucho en lugares como Nevada, Colorado, Nuevo México y Florida. Ya hay indicios de que la
campaña de Romney ha aceptado que es muy poco probable que su candidato pueda
reducir la abrumadora ventaja del
Presidente Obama entre estos votantes.
Requerimientos básicos para los solicitantes: 1) Haber llegado a USA antes de los 16 años y no tener ahora más de 30; 2) Haber completado -o estar cerca de completar- la escuela secundaria o haber servido en las Fuerzas Armadas; 3) No haber sido convicto por delitos mayores (felonies).
Quienes llenen los requisitos recibirán una garantía de postergación de potenciales órdenes de deportación valida por dos años, al cabo de los cuales podrán pedir su renovación; recibirán permiso de trabajo y podrán solicitar licencia para manejar vehículos.
¿Parece poco? Y sí, lo es, pero es el límite al que puede llegar el Presidente sin permiso del Congreso, cuyos miembros (principalmente) republicanos han obstaculizado la aprobación del DREAM Act, como se cuenta más arriba.
Es lo que hay, como quien dice. Y es más que lo que había.
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