Grecia como víctima
Por PAUL KRUGMAN
Por PAUL KRUGMAN
Desde que Grecia entró
a patinar hemos oído hablar mucho de lo que hay de malo en todo lo griego.
Algunas de las acusaciones son ciertas, algunas son falsas - pero todas ellas
están fuera de lugar. Sí, existen deficiencias importantes en la economía de
Grecia, su política y sin duda su sociedad. Pero esas fallas no son la causa de
la crisis que está destruyendo a Grecia y amenaza con extenderse por toda
Europa.
No, los orígenes
de este desastre se encuentran más al norte, en Bruselas, Frankfurt y Berlín,
donde las autoridades crearon un sistema monetario profundamente -y tal vez
fatalmente – defectuoso y a continuación agravaron los problemas de ese sistema
usando moralización en lugar de análisis. Y la solución a la crisis, si la hay,
tendrá que venir de los mismos lugares.
Por lo tanto,
acerca de esas fallas griegas: Grecia tiene de hecho un montón de corrupción y
un montón de evasión de impuestos y el
gobierno griego ha gastado más allá de sus medios. Más allá de eso, la
productividad laboral griega es baja para los estándares europeos - un 25 por
ciento por debajo de la media de la Unión Europea. Vale la pena señalar, sin
embargo, que la productividad del trabajo, digamos, en Mississippi, es
igualmente baja para los estándares americanos - y por el mismo margen.
Por otro lado, muchas cosas que se oyen acerca de Grecia simplemente no son
ciertas. Los griegos no son perezosos - por el contrario, trabajan más horas
que casi nadie en Europa y –en particular- muchas más horas que los alemanes. Tampoco
Grecia tiene un estado de bienestar fuera de control como a los conservadores
les gusta afirmar: el gasto social como porcentaje del PIB -la medida estándar
del tamaño del estado de bienestar- es sustancialmente más bajo en Grecia que
en, por ejemplo, Suecia o Alemania, países que hasta ahora han capeado la
crisis europea bastante bien.
Entonces, ¿cómo Grecia entró en tantos problemas? Culpa
del euro.
Hace quince años, Grecia no era el paraíso pero tampoco estaba en crisis. El desempleo era alto, pero no catastróficamente alto y la nación más o menos se arreglaba en los mercados mundiales, ganando lo suficiente con las exportaciones, el turismo, el transporte y otros ingresos como para pagar sus importaciones.
Hace quince años, Grecia no era el paraíso pero tampoco estaba en crisis. El desempleo era alto, pero no catastróficamente alto y la nación más o menos se arreglaba en los mercados mundiales, ganando lo suficiente con las exportaciones, el turismo, el transporte y otros ingresos como para pagar sus importaciones.
A
continuación, Grecia se incorporó al euro, y sucedió algo terrible: la gente
empezó a creer que se trataba de un lugar seguro para invertir. El dinero
extranjero se derramó sobre Grecia. Mucho de esos fondos -pero no todos- se usaron para financiar el déficit público; hubo un auge de
la economía, aumentó la inflación, y Grecia se fue poniendo cada vez menos
competitiva. Sin duda, los griegos derrocharon mucho del dinero con que se vieron inundados pero lo mismo hicieron todos
los demás que quedaron atrapados en la burbuja de euro.
Y entonces
estalló la burbuja, y se hicieron evidentes las fallas fundamentales en el
sistema del euro.
Preguntémonos,
¿por qué el área del dólar -también conocida como los Estados Unidos de
América- más o menos funciona, sin el tipo de graves crisis regionales que
actualmente afligen a Europa? Es que tenemos un gobierno central fuerte cuyos
mecanismos proporcionan rescates automáticos a los estados que se meten en
problemas.
Consideremos,
por ejemplo, lo que le estaría sucediendo a Florida en estos momentos a raíz de
su enorme burbuja inmobiliaria si el gobierno estatal hubiera tenido que desembolsar
su propio dinero para pagar el Seguro Social y Medicare cuando sus ingresos se
redujeron repentinamente. Por suerte para Florida, Washington, no Tallahassee[1],
está pagando la cuenta, lo que significa que Florida, en efecto, recibió un
rescate en una escala que ninguna nación europea podría soñar.
O pensemos en
un ejemplo más: las crisis de las compañías de Ahorro y Préstamo en la década
de 1980 -en gran medida un problema de Texas. Los contribuyentes –cuya gran
mayoría no son de Texas- terminaron pagando una suma enorme para limpiar el
desorden. Una vez más, Texas recibió un
rescate automático en una escala inconcebible en la Europa moderna.
Así que Grecia,
aunque no libre de pecado, está en problemas sobre todo gracias a la arrogancia
de los funcionarios europeos, la mayoría de los cuales pertenecen a los países más ricos, quienes se convencieron
de que podían crear una moneda única sin que fuera necesario un gobierno único.
Y estos mismos funcionarios no han sino agravado la situación, insistiendo, contra
toda evidencia, en sostener que todos
los problemas de la moneda fueron causados por el
comportamiento irresponsable de esos europeos del sur y que todo va a salir bien
si la gente está dispuesta a sufrir todavía un poco más.
Lo que nos
lleva a la elección griega del domingo, que terminó sin arreglar nada. La
coalición gobernante podrá mantenerse en el poder, aunque ni siquiera eso está
claro (el socio menor en la coalición amenaza con defeccionar). Pero, de todos
modos, los griegos no pueden resolver solos
esta crisis.
La única manera
en que el euro podría -podría- salvarse es si los alemanes y el Banco Central
Europeo aceptan que ellos son los que
deben cambiar su comportamiento, gastando más y, sí, aceptando una mayor
inflación. Si no – bueno.. si no, Grecia pasará básicamente a la historia como una
víctima de la arrogancia de los demás.
©2012 by The New York Times Syndicate
[1] Tallahassee es la capital de Florida.
La traducción es de un servidor, a quien debe culparse por cualquier barrabasada. Y los subrayados también son míos.
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