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Monday, October 05, 2009

HAY UN MÉTODO EN SU LOCURA por Gary Younge
Tomé este artículo de "The Nation", lo más parecido a una revista "a la izquierda del centro-izquierda" que tenemos aquí. Muy respetada, "The Nation" es la revista más antigua del país: fue fundada en 1865. Creo que puede interesar a quien busque similitudes. La traducción es cortesía mía.
Dedíquele un recuerdo y quizás unas monedas a Kenneth Glandley. En agosto Kenneth y otros miembros de la Reunión del Te de St. Louis asistieron a una reunión organizada por Russ Carnahan, diputado demócrata por Missouri. Querían protestar contra el seguro universal de salud. Era verano y se desató una pelea; hubo seis arrestos.
Quien tiró la primera trompada depende de a quien se le pegunte. Pero está claro quien quedó peor. Gladney fue llevado a la sala de emergencias con heridas en sus rodillas, espalda, codos, hombros y rostro y terminó en una silla de ruedas. Sus problemas apenas comenzaban. Despedido hacía poco de su empleo, este opositor a la reforma del sistema no tenía seguro de salud. La última vez que supe, estaba pidiendo donaciones para pagar la cuenta del hospital.
No es difícil burlarse de la derecha americana. Su peculiar mezcla de paranoia, manía, fantasía y misantropía se ha desplegado en los meses recientes. Los que exigían en julio la partida de nacimiento de Obama (que SI existe) terminaron en agosto invocando los “paneles de la muerte” (que NO existen) del sistema británico. No les importaba que la mayoría de sus reclamos fuera verificablemente falsa. Hasta insistieron con que el científico Stephen Hawkins estaría ya muerto si fuera británico y tuviera que usar su Sistema Nacional de Salud, aunque Hawkins ES británico y aún vive GRACIAS a ese sistema.
Se les puede perdonar a los “progres” por pensar que la derecha es estúpida y está loca. Pero se equivocarían. Hay un método en su locura. Está bien organizada y bien financiada. Ha probado ser efectiva para movilizar apoyos, para crear “controversia” donde no la hay y para perturbar y desorientar cualquier discusión nacional sobre cualquier tema. Si la derecha es estúpida, ¿donde quedamos nosotros, la izquierda, que frecuentemente somos desbordados y silenciados? Molesta, bizarra, incoherente, divisiva, intolerante, mal informada y desinformada, si. Pero estúpida y loca, no. Se necesita habilidad para convencer a la gente de que algo que obviamente es bueno –como el seguro universal de salud- no lo es. Reducir una estrategia política a una perturbación psicológica puede reconfortar. Pero así se abandona la esperanza de derrotarla, de anular su influencia.
Hay tres cosas importante respecto a gente como Gladney. Primero: no es algo nuevo. La guerra fría y el macartismo se edificaron en base a mentiras, desinformación, obsesión y culpa por tenue asociación. Después que Eisenhower derrotara a Taft en la convención republicana de 1952, apareció una mujer diciendo “esto significa ocho años más de socialismo”. Al final de los 40s el presidente de una junta de revisión de la lealtad de los empleados federales dijo: “Que alguien crea en la igualdad racial no lo hace comunista pero lo deja a uno pensando porque los comunistas apoyan la igualdad de las razas”. Hoy el Internet distribuye esas barbaridades más rápido y la TV por cable les da más difusión. Hay gente que cree que los derechos civiles enmascaran “mezcla de razas”, el derecho al aborto causa promiscuidad y que los derechos para homosexuales legalizan la paidofilia. Hay muchos de ellos. Y no van a desaparecer.
Segundo, no se puede discutir con ellos. Dos semanas después del huracán Katrina, cuando los torpes esfuerzos de rescate dejaron cuerpos flotando en el agua y gente abandonada sobre los techos, el 35 por ciento del país creía que George Bush había hecho un excelente trabajo en respuesta a la crisis. Esta es la proporción de gente con la que no hay posibilidad de entenderse; viven en un mundo político paralelo donde todos los que conocen piensan como ellos. No les gustan las verdades, así que vienen ya armados con las suyas. La izquierda también tiene esa gente, pero son marginales; salvo cuando es funcional a la derecha no tienen canales de noticias que los promuevan.
Tercero, los podemos derrotar. Esa gente deja de ser sólo irritante y se convierte en un obstáculo cuando hay un vacío de liderazgo y de buenas alternativas. Sólo en esas condiciones puede sembrar dudas irrazonables en las mentes racionales de quienes buscan clarificación, aliento o participación en el cambio. Esto es lo que ha pasado con el debate sobre el seguro de salud.
Menos de un tercio del país cree que Obama ha sido claro con su propuesta. Según la encuesta de CNN, sólo uno en cinco sabe que estará mejor si pasa la reforma y 40 por ciento dice que aún no la entiende. ¿Quién los puede culpar?
El país está desesperado por ser convencido. Saben que lo que tienen es horrible pero todavía hay que hacerles entender que la reforma es mejor. Lo único controversial sobre el seguro universal es que aún no lo tenemos. La idea que un presidente demócrata con mayoría en ambas cámaras del congreso puede NO pasar la reforma… bueno, eso puede volver loco a cualquiera.

3 comments:

josé rubén sentís said...

Es dificil entender desde tandil a los Kenneth Glandley, amigo Eddie.
Que sectores desprotegidos defiendan con ahinco un sistema injusto incluso para el habla de un trabajo de años de consolidación cultural e ideológica.
Claro, como se llega a ser un pais central, con conducta imperial sin ese trabajo docente?.
Obama me cae bien y trato de no tener prejuicios y desconfianzas. Espero que tenga éxito y que los 40 millones de habitantes de EE.UU que no tienen cobertura de salud, la tengan.
Está abierto n nuevo ciclo. Creo que a él le toca conducir a ese país hacia un nuevo status internacional con el menos perfuicio posible para sus intereses y con la mayor justicia posible.
Un fuerte abrazo y un buen aporte para que abramos nuestra cabeza.

Marmaduke/Eddie/Matt said...

Supongo que lo de no entender a Kenneth Glandley es una ironía, cumpa. Dejame que te cite algo: Monumento a los Españoles, la bendita clase media porteña aplaudiendo a la "gauchocracia". ¿No se parece?

josé rubén sentís said...

Pensé en imágenes parececidas, Pero nuestro amigo Kenneth parece aún más desposeído que nuestro medio pelo autoctono.