En el momento en que escribo esto, el Gobierno sigue cerrado y todavía el Congreso no se ha puesto de acuerdo para aprobar subir el techo de la deuda, esto es, autorizar al Ejecutivo a endeudarse aún más para seguir pagando los vencimientos que siguen acumulándose. En múltiples ocasiones y en los más diversos foros he confesado continuamente –y sin pudor alguno- que yo de Economía no entiendo una papa. Es la verdad y, como no veo razones para convertirme de súbito en mentiroso, no voy a intentar ahora explicar que significa toda esta situación.
Lo que sí puedo decir es que la mayoría de los que sí entienden dicen que, si no se aprueba esto de subir el techo, las consecuencias pueden ser desastrosas no sólo para los Estados Unidos sino también para el resto del mundo. Un default de la primera potencia mundial, dicen, es algo muy serio (nada que ver con la versión argentina que en su momento muchos le aplaudieron al “Adolfito” Rodriguez Saa, aquel presidente fugaz como promesa de Año Nuevo).
Hay quien dice que si la cosa no se arregla para el 17 de octubre (si, el 17) el Presidente Obama puede arrogarse la facultad de decir que no importa lo que digan las cámaras legislativas porque, de todas maneras, la Constitución le prohíbe al Congreso hacer cualquier cosa que interrumpa el pago de las deudas.
¿En que se basan? En que la decimocuarta enmienda a la Constitución de los Estados Unidos dice en su inciso número cuatro:
La validez de la deuda pública de los Estados Unidos, autorizada por ley, incluyendo deudas incurridas por el pago de pensiones y recompensas por servicios prestados para suprimir insurrección y rebelión, no será cuestionada.
Esto tiene su historia: este artículo se incorporó a la Constitución en 1868, cuando aún estaban vacías las bancas que hasta antes de la Guerra Civil habían ocupado los legisladores procedentes de los ahora derrotados estados del Sur. ¿Y para qué lo incluyeron? Para que esos legisladores sureños, el día en que fueran readmitidos, se vieran imposibilitados de exigir que el Norte dejara de pagar las enormes deudas que le había causado la guerra y tampoco pudieran negarse a que el Sur aportara económicamente para esos pagos que irían a beneficiar a su hasta ayer enemigo (o sea: PERDIERON, ASÍ QUE PAGUEN –como en el póker, ¿no?).
Como lo destaca Hendrik Hertzberg en el New Yorker de esta semana, la enmienda no prohibía simplemente que se dejara la deuda impaga; no permitía siquiera que se cuestionara.
Si el Presidente Obama se verá en situación tan extrema como para tener que invocar esa enmienda o si, llegado el caso de tener que hacerlo, lo hará, es algo que aún no sabemos.
Ah, y el Gobierno sigue cerrado.
2 comments:
o sea que Obama podría evitar el default , pero no prorrogar el presupuesto,porque no está en sus atribuciones,entonces ¿seguiría el gobierno yanqui cerrado igual?
IRIS:
No sé como es en teoría. En la práctica, ya han arreglado todo: levantaron el techo, reabrieron el gobierno. Queda ahora por saber el precio que se pagó, esto es, que fue lo que cedió cada una de las partes. Huele, sin embargo, a que los republicanos han perdido más que los demócratas.
Eddie
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