Un posting mío de hace unos días, donde describí algo sobre el sentido del llamado “voto temprano” y conté que Obama acababa de convertirse en el primer presidente de este país que lo usaba, recibió estos dos comentarios, que aprecio mucho porque me dan pie a justificar la necesidad de escribir lo que sigue después de ellos.
El sistema de votación yanki es una locura por lo que Ud. cuenta. ¿Y ese es la cuna de la democracia? Voto no obligatorio, por correo, no simultáneo, colegio electoral, anotarse para poder votar... Si en algún país de nuestra Sudamérica se implementara algo lejanamente parecido nos acusarían de fraude en cada elección.
Y esos lugares de "votación temprana" donde los arman?, como hacen para controlar todo tantos días?? Inviolabilidad de las urnas, identidades del que vota etc etc, quien está a cargo todo ese tiempo de las mesas electorales? Desde Argentina parece una pesadilla de organización y una invitación al choreo la cosa.
Como se aprecia, ambos comentarios tienen algo en común: destacar, desde una mirada argentina, las posibilidades de fraude que se abren en las elecciones de los Estados Unidos.
Bueno, claro que en este país hay fraude electoral, como en todas partes. Pero lo que quiero describir aquí es que lo que los argentinos aprendimos sobre el fraude no aplica aquí.
Lo primero: no hay aquí tradición de fraude cometido a nivel de lugar de votación. Lo que la historia argentina nos ha enseñado sobre cosas tales como robo de documentos, voto de los muertos, urnas robadas, voto encadenado, proscripción de partidos políticos, etcétera, no se aplica en los Estados Unidos. Aquí, históricamente, el fraude se hace a nivel de los recuentos en otras instancias, después de las elecciones. Todos recordamos el escándalo de los recuentos en Florida en 2000, cuando –con la bendición de la Corte Suprema- le robaron la elección a Al Gore. Se dice también que en 1960 la “mano mágica” de Richard Daley (padre) invirtió los números en las actas de Chicago para que John Kennedy ganara la presidencia. Más atrás en el tiempo, en 1876, varios delegados de Samuel Tilden al Colegio Electoral cambiaron su voto gracias a un oportuno soborno y, en vez de votar por su candidato, lo hicieron por Rutherford Hayes, quien así ganó la Presidencia. Y estos son sólo algunos ejemplos.
Lo que sí ha formado parte integral del fraude en este país es la historia de negar el derecho al voto a sectores importantes de la población.
Al principio el derecho al voto estuvo restringido a un grupo muy específico: para votar había que 1) ser hombre; 2) ser blanco; 3) ser propietario de por lo menos cuatro hectáreas de tierra. El tercer punto desapareció al cabo de un tiempo; los otros dos tardaron más. Las mujeres recién obtienen el derecho al voto en 1920. Los negros teóricamente lo tenían desde que Lincoln abolió la esclavitud. Teóricamente.
Toda clase de trabas se inventaron para que no se inscribieran para votar: que tenían que demostrar que sabían leer y escribir, que debían pagar la inscripción, que debían traer certificado de residencia y otro montón de etcéteras que, no hace falta decirlo, jamás se le exigían a ningún blanco.
Tanto se expresaba la discriminación en los obstáculos para participar en las elecciones que, históricamente, la lucha por los derechos civiles incluyó siempre la lucha por el derecho a votar.
Por eso no es casualidad que un año después de hacer pasar la legislación por los derechos civiles, Lyndon Johnson luchó con el Congreso (y ganó) para que se aprobara la Ley del Derecho al Voto (Voting Rights Act), que declaraba ilegales todas esas tretas y obligaba a los Estados a registrar a todo adulto, estableciendo que el único requisito exigible era la voluntad del ciudadano y su número de Seguro Social (todo lo relacionado con elecciones es administrado por cada Estado).
En la Ley aprobada había un detalle significativo: algunos Estados que tenían un record especialmente infame con respecto a la discriminación necesitarían, cada vez que modificaran sus reglamentos electorales, la aprobación del Departamento de Justicia, quien tendría derecho a vetarlas si las consideraba maneras encubiertas de restaurar la supresión del voto. Esta era una disposición transitoria pero el Congreso ha votado sucesivas prórrogas y ahora está vigente hasta 2032.
Precisamente, es lo que ha sucedido en los últimos años. Varios estados con legislaturas republicanas han aprobado regulaciones –con la excusa de combatir el fraude al estilo del que mis comentaristas señalan- que los críticos dicen que son trucos baratos. Que tienen como objetivo real disminuir el voto demócrata pues es en este electorado donde más gente tendrá dificultades para cumplirlas.Entre esas regulaciones la “favorita” es: para votar hay que mostrar un documento –estatal o federal- con foto.
¿Natural, verdad? Para nosotros, los argentinos, sí. Pero aquí no. Es algo que aquí no se exigía -y en muchos estados aún no se exige- por lo que yo mencionaba más arriba: aquí ese tipo de fraude no existe; los republicanos que claman que sí es un problema buscan, ingeniosa y cínicamente, hacer fraude con el pretexto de combatirlo.
Es un regreso “aggiornado” a los tiempos de la discriminación. Los grupos defensores de los derechos civiles llaman “supresión del voto” a esta forma de fraude.
Tengan, por favor, en cuenta estas cosas.
1) No existe en los Estados Unidos un documento nacional de identidad –con foto- obligatorio. El que existe –el pasaporte- sólo es obligatorio para los que viajan al exterior; quien nunca sale de los Estados Unidos no lo necesita. Fuera de eso, lo más parecido a un documento nacional es la tarjeta del Seguro Social pero esa sólo contiene un número; no hay foto.
2) Al salir de su casa nadie necesita llevar SIEMPRE un documento de identidad. Claro, hay que llevar la Licencia de Conductor –expedida por el Departamento de Vehículos a Motor (DMV) de cada Estado- pero sólo si uno va a manejar un vehículo. Y se lleva no para probar la identidad sino para mostrar que se está legalmente habilitado para estar a cargo del volante (“que es un privilegio, no un derecho”, como le recuerdan a uno aquí).
3) Quien no maneja puede –de todas maneras- solicitar una tarjeta de identificación, que los Estados deben proveer gratuitamente. Pero –no siendo obligatorio hacerlo- muchos jamás la piden. Y el sector de la población que más puede ser afectado por estos nuevos requisitos es el más pobre. Y dentro de los pobres, ya se sabe: los negros y otras minorías. Por eso es que, con justa razón, las organizaciones de derechos civiles los ven como una forma de fraude contra los demócratas.
Muchos de esos esfuerzos para instalar estas nuevas formas de “fraude anti-fraude” están fracasando. El Departamento de Justicia, cuyo titular, Eric Holder, es negro y es demócrata, ha vetado leyes en ese sentido en los estados en que tiene jurisdicción para hacerlo (ver más arriba). Los grupos de defensa de los derechos civiles han recurrido a los tribunales de justicia y así han conseguido bloquearlas en otros, de los cuales Ohio, Pennsylvania y Florida son los más prominentes porque pueden ser decisivos en la elección del martes.
Los únicos cuatro Estados donde los republicanos pudieron implementar plenamente esas regulaciones no afectarán esta vez los resultados pues –de todas formas- son bastiones de su partido donde no necesitan suprimir el voto para ganar: Kansas, Indiana, Tenneesee y –para mi bochorno- Georgia.
Y una aclaración: no es que falten ideólogos republicanos que se atrevan a decir con toda desfachatez que no hay que permitir que los pobres voten (donde “los pobres” equivalen al ya célebre “47%” de Romney). Los hay, los hay. Pero eso será tema de otro post.
En resumen: cada lugar diseña sus propias trampas. Lo que en Argentina es, sin dudas, un requisito destinado a asegurar que se cumpla la voluntad popular es en los Estados Unidos todo lo contrario, una solución a un problema que no existe, un artificio cuyo objetivo es traicionar esa misma voluntad, impidiendo que se exprese.
Una última cosa: nunca, desde el día que comencé este blog- tuve tantos deseos como ahora de que haya comentarios a uno de mis posts. Sé, además, que mi descripción es necesariamente incompleta, lo cual puede despertar preguntas, dudas y hasta broncas. Déjenlas por escrito, por favor. Prometo contestar todas las cuestiones que se puedan plantear. Y si, por ignorancia, no puedo con alguna, averiguaré hasta que pueda y se los haré saber.
Gracias.
8 comments:
Gracias Marmaduke por la información, uno que es fanático del buen cine gringo , aquel que hiciera puré el macartismo, y más acá en el tiempo también, se pinta en varias pelis, gente arreada a centros de votación, matones con cara de eso dirigiendo centros de votación y todo el folclore del caso.No recuerdo ninguna en especial, pero me suenan un par donde trataban bastante mal por cierto a gobernadores mas populistas que Perón con todas las mañas del escamoteo de votos.
Bueno, creo que una victoria de Rommey seria una patada en los huevos .
Saludos cordiales
Hola,
Por qué ganan los republicanos en Georgia con tanta población de negros en Atlanta? Son las zonas rurales?
Siempre excelente su blog.
H
Apuntes Urbanos
NANDO: Precisamente ese fantasma de la gente acarreada es lo que agitan los republicanos para justificar su ofensiva contra el voto. Todas mentiras, nunca pasó. No se puede acarrear a la gente: el que no se inscribió con antelación en el padrón electoral no puede votar. Y si le gustan las películas gringas, ¿vio ya la que recomendé aquí, "In the valley of Elah"? No se la pierda.
H: Usted está en lo correcto: aquí en Atlanta ganan los demócratas. Los dos últimos alcaldes de la ciudad son negros y demócratas. Pero el resto del estado es republicano, lamentablemente.
Y gracias por su elogio.
Eddie
" no hay aquí tradición de fraude cometido a nivel de lugar de votación", pero menciona tres grandes manipulaciones...Entonces, en USA ¿ha habido fraudes electorales o no? Creo que si, `pero de "wholesale" y no "retail"...
Profemarcos: Si, es lo que digo. Su imagen de "wholesale" y "retail" es ocurrente y cierta. Tenemos aquí el fraude previo (dificultar o imposibilitar el acceso al voto) y el posterior (manipulación del recuento final).
Eddie
Notable, se puede apreciar la distancia entre la verdadera democracia y la mentira argentina.
Aquí (se supone) que el voto "obligatorio" es reaseguro de democracia, sin embargo es reaseguro de dominación de entes mafiosos peronistas.
Gracias por echar luz, gracias por explicar cómo funciona una democracia de verdad: la de Estados Unidos.
CARLOS: Su chiste es muy bueno, pero me temo que es también demasiado sutil. No se si todos podrán apreciar su fina ironía.
Y aclaremos: el voto en Argentina es obligatorio desde 1916 y no creo que por entonces ya existieran los "mafiosos peronistas", como usted los llama.
Eddie
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